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Arboles muertos y mucha tinta

Casas embrujadas estilo Carter Brown

Casas embrujadas estilo Carter Brown

 

¿QUE MATO AL VAMPIRO? (So, what killed the vampire, 1966)
Autor: Carter Brown
Colección: Caimán nº 398
Editorial: Diana (México, 1968)

Como ya dije en un post anterior, Carter Brown no es lo que se dice un escritor fuera de lo común, pero sí es uno altamente digerible. El tipo tiene chispa, llena los diálogos de frases que a uno le encantaría que se le ocurriesen a la hora de hablar, tapa bien las improbabilidades de sus historias con un ritmo rápido y que engancha y tiene además unas tapas super sexys en todos (o casi todos) sus libros. Por eso, cada vez que encuentro uno de sus libros, puede que no me emocionen, pero tampoco me voy a aburrir.
En el caso de ¿Qué mató al vampiro? (aquí muestro una tapa de una edición en inglés… a ver s algún día puedo poner la del libro que tengo en mis manos), Brown se aleja en parte de su típica estructura de novelas polciales para meterse con un subgénero que desde hace décadas es sinónimo de comedia burda: el de las “casas encantadas”. Un subgénero que siempre tiene
a)Un par de protagonistas que terminan por circunstancias algo azarozas en
b)Un castillo medio decrépito donde viven
c)Algunos criados con conductas media extrañas y que aseguran que
d)El castillo/mansión/caserón está embrujado. Además hay siempre
e)Un crimen, y
f)Una señorita bonita que termina perdiéndose en
g)Todos los pasadizos secretos que conoce
h)El responsable de los asesinatos que es alguien de los sospechosos que quiere
i)Ahuyentar a los intrusos para apoderarse del
j)Tesoro oculto del lugar
Por supuesto Brown no se deja ni un clisé afuera en la novela, pero no por eso deja de hacerla entretenida. En este caso los “héroes” son Larry Baker y Boris Slivka, dos guionistas yanquis que, ante la falta de proyectos, tienen que aceptar trabajar en una película inglesa de terror clase B que se va a filmar en un antiguo castillo. Que por supuesto tiene una maldición. Y en donde efectivamente se muere el protagonista (o sea, el tipo que iba a ser de vampiro). Y donde hay pasadizos secretos y tesoros ocultos. Y donde hay por supuesto mujeres muy bonitas con las que Larry Baker termina de alguna manera siempre en la cama (generalmente de maneras ridículamente causales).
¿el veredicto? Sí, es divertido. Hubo momentos en que las situaciones eran tan ridículas que no podía dejar de reírme. Me parece que Brown hubiese sido un maravilloso escritor de sitcoms, a juzgar por lo escrito porque su fuerte, precisamente, es hacer que los personajes se metan en situaciones ridículas sin dejar de ser creíbles. Insisto: no es una gran novela ni mucho menos. Pero Carter Brown sigue en mi lista de “buenos autores para pasar el rato”.
(Y lo mejor: buscando en Google, descubrís que ponen el libro en un montón de listas de libros sobre vampirismo. Así que una vez leído, con un poco de suerte podés engañar a ese gótico hiper fanático que quiere tener todo lo que se haya escrito sobre vampiros y sacarle unos morlacos haciéndole creer que este es un relato vampírico genuino. ¿No son más felices sabiendo esto?)

 

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